Atardecer en la Hoya del Quindío desde el Centro para el Fortalecimiento Campesino Kakataima

Texto y fotografías por: Luis Hernando Restrepo Aristizábal
Publicado originalmente en la edición número 21 de la [revista El Rollo] de la ciudad de Armenia, Quindío.

 

La memoria es un complejo tejido de experiencias que, en espirales, utiliza el tiempo, entre cada suspiro, para nacer y morir. Kakataima, es un fragmento de historias que se aferran a las narrativas orales que han sobrevivido al olvido a través de miles de años, y que, hasta el día de hoy, reconstruye los caminos y las vivencias de quienes alimentaron la cultura Pijao y Quimbaya que sobre este suelo florecieron.

Entre las montañas del Quindío cruza un viejo jeep willis. Siempre sucio de barro en sus llantas, transporta inmortales esperanzas campesinas. El viaje hasta la vereda Travesías recorre la historia misma de un territorio ancestral, que, entre los municipios de Córdoba y Calarcá, aún conserva un espacio de milenaria resistencia por la tierra. Con vista privilegiada a la Hoya del Quindío, el Centro para el Fortalecimiento Campesino Kakataima, es vigente epicentro de resistencia, porque es lugar memoria.

Ubicado en una bella ladera del Alto de Calarcá, paraje de la aún conocida Provincia de Entreríos, por estar ubicada entre el río Santo Domingo y río Verde, se encuentra, a borde de carretera de trocha, una vieja casona, contadora de historias y de guadua estructural. En la finca La Gacela, de tradición campesina y agroecología biodiversa, se construyó el Centro Campesino, que se ha convertido en lugar de encuentro. Kakataima, nombre que adoptó la comunidad para su reconocimiento, toma su origen etimológico de la denominación ancestral del antiguo Quindío, cuna de la cultura Quimbaya, como territorio crisol del cruce multiétnico entre los caminos indígenas provenientes de los actuales departamentos del Tolima, norte del Valle, Risaralda y Caldas. Kakataima, más que una región sin fronteras, era ese lenguaje que llegaba hasta donde el otro hablaba distinto.

Centro para el Fortalecimiento Campesino Kakataima, vereda Travesías entre Córdoba y Calarcá, Quindío.

El lenguaje campesino también es memoria. En donde las manos que trabajan la tierra y las lágrimas de unos ojos aferrados a la vida, representan la construcción de un hogar, de una finca agroecológica. “Usted va a ser mío” palabras con más de veinte años de historia de Libia Hernandez frente a un palo de limón; había llegado de El Dovio, un pequeño pueblo del Valle del Cauca, buscando tener una tierra propia en la montaña. Era jornalera, y su ilusión, un terruño de hogar. Calarcá, es ahora su pueblo y el Centro para el Fortalecimiento Campesino, su vida entera.

Esta pieza de la cordillera quindiana, cercana a las Peñas Blancas de Karlacá, solía ser monte de terrateniente, usurpado, posterior a la época de La Violencia, y territorio prohibido hasta la muerte de su viejo dueño acumulador. “Mi lucha de resistencia es por la tierra y el campesino” reafirma Libia, porque luego de obtener su anhelado terruño, “no hay finca que no anduve a pie en este territorio”, su lucha de resistencia continuó contra el gran capital, descolonizarse de Cartón Colombia y de los bancos, que siempre son mal.

El Centro para el Fortalecimiento Campesino Kakataima se ha convertido en espacio de diálogo y construcción colectiva. Naciendo de él, las Escuelas Agroecológicas, y los diplomados en Agroecología, y de Historia y Territorio, que han sido acompañamiento a muchos de los procesos socioambientales del Quindío y la región. Libia es campesina quindiana que vive de la tierra, cultiva su cosechadero, formado por la comunidad como el lugar donde se cosechan los alimentos de consumo diario para la familia, en donde el campesino siembra, come y alimenta el cultivo; sabe lo que come; sabe cómo se abona y conoce su procedencia; postulados construídos en Saberes Ancestrales de la Unidad Agroecológica, cartilla publicada desde el Centro Kakataima, que recopila el conocimiento obtenido desde las montañas. Ella, doña Libia, es una sola con sus compañeros al momento de leer la naturaleza; Pedro, Carmen, Hernando, Deisy, Ubaldo, Nelson, “éstas son mis memorias porque aquí es donde defiendo a mi comunidad”.

Libia, mujer campesina del territorio Kakataima

En Kakataima, construir memoria parte desde la agroecología, porque en comunidad, se trata de hacerlo lo más parecido a como lo hace la naturaleza. Guillermo Castaño, nacido en el Páramo del Chilí hace casi ochenta años, junto a Libia Hernández, también es pilar de recuperación de saberes, que van en contravía a lo establecido desde la academia actual desarrollista en relación al medio ambiente y al territorio. Del profe, como se le dice comúnmente a Guillermo, se aprende que la historia de Kakataima es un mapa milenario, digna protectora de semillas de vida, en donde la lecturaleza es un principio de armonía universal.

Kakataima es lugar memoria, porque las visiones del universo indígena Quimbaya y Pijao, son espirales que las montañas procuran conservar. Porque el campesino de hoy continúa recorriendo los caminos del indígena de ayer, en donde la tetraléctica, tratada como una visón multidimensional comunitaria para sobrevivir en armonía, sobrepasa la única opción de la dialéctica occidental. Porque permitió el intercambio cultural mesoamericano, entre los grupos Caribe y Calima del que sobresale, el gran valor arqueológico por su mezcla cultural. Porque el Quindío, bordeado por su Hoya montañera, ha sido resguardo del Jaguar y del Tigrillo, animales ancestrales del día y de la noche. Porque en su fértil suelo, persiste la riqueza de sus tierras volcánicas y el carácter paritario de las plantas, lunares y solares. Porque es lugar de cosecha, en donde tres veces al año, gracias a su ubicación geográfica, la recolección del maíz se convierte en fuente vital de alimentación, junto con el sagú y el yacón, tubérculo que hizo camino a los Chaskis en recorrido mensajero. Porque el Quimbaya, manipulaba la guadua para sus chozas y puentes; y utilizaba el telar, con algodón criollo, para sus usos geométricos de visión espacial.

En el Kakataima de las montañas quindianas actuales, nunca hubo asentamiento español. Este fue lugar de resistencia continental indígena, que ahora es resistencia campesina y en sus encuentros por la vida, ellos y ellas, la gente de la cordillera, siempre transmiten, el buen vivir, nuestro bien común.